Pieza del Mes: «Café de Periferia», de María Teresa Peña (1969)
Durante el mes de marzo se propone como Pieza del Mes la pintura Café de Periferia de la artista María Teresa Peña, primera pintora pensionada en la Real Academia de España en Roma. Aprovechando la celebración de Mes Internacional de la Mujer aprovechamos para dar una mayor visibilidad a las mujeres que han pasado por la Academia, que han sido un total de 310 sobre 920 residentes. La primera mujer en pasar por la Academia fue la compositora María de Pablos en 1928, y no volvería a pasar otra mujer hasta el año 1968, cuando llegaron la pintora María Teresa Peña y la historiadora del arte Aída Anguiano. La mayor parte de las mujeres que han pasado por la Academia lo han hecho por las disciplinas de restauración y conservación, historia del arte, pintura y escultura. Durante el siglo XIX no pasó ninguna mujer, en el siglo XX pasaron 165 mujeres y en el siglo XXI han pasado 145 mujeres.
Descripción de la obra: Este cuadro lo compone una escena de interior en la que se pueden ver varias mesas alrededor de las cuales se han dispuesto los diversos personajes que se resuelven con pinceladas muy oscuras, cada uno con una actitud distinta; el de la izquierda espera a sus posibles acompañantes, los tres de la derecha se abalanzan ante las bebidas de la mesa. Entre los respaldos y las patas de las sillas se deja ver un fondo azul cian intenso que no permite distinguir si se trata del suelo o las paredes. Partiendo de la figuración, utiliza contrastes y claroscuros en la búsqueda de una mayor expresividad. Se encamina hacia un cierto realismo en el que las formas adquieren un carácter más bien simbólico. Hay siempre un trasfondo clásico sobre un lenguaje neofigurativo.
La propia Teresa en un texto personalísimo titulado “Mi pintura” decía: “Como en el Génesis, me gusta partir de fondos negros, que no los considero pintura, sino vacío y tinieblas. Sobre ese vacío del negro, ausencia de todo, trato de iluminar con la luz las figuras que emergen. Pero con una luz hecha de amor trascendente, que aún en las situaciones más oscuras de la vida de cada hombre, le dé una esperanza definitiva de luz y de amor. Esa luz esperanzadora que disipa las tinieblas no es otra cosa que la Luz Absoluta. Es decir, Dios”.