Javier Verdugo – Finestre Aperte
Arqueología y poder
El trabajo de investigación: Arqueología y poder. La tutela y conservación del patrimonio arqueológico de Roma desde la Unidad italiana al Dopo Guerra (1870-1945) es continuación de otro anterior: IMMENSA AETERNITAS. El interés por el pasado y la formación del conocimiento arqueológico desde la Antigüedad a la Edad Moderna, con especial referencia a Roma y al Estado Pontificio. En dicho trabajo procedimos a estudiar la evolución de la tutela del patrimonio de Roma desde 1162 a 1870 y las intervenciones tanto de la autoridad pontificia como de la administración francesa tras la ocupación de Roma por Napoleón quién usará como idea central, la idea de Roma como segunda capital del Imperio tras París. Incluso la Revolución francesa ya había utilizado la simbología de la Republica Romana, como acertadamente recogía Carlos Marx en el 18 Brumario de Luis Bonaparte. Pero es que en cierto sentido la idea de la renovatio imperii es una tradición que hunde sus raíces en Carlomagno, en el Sacro Imperio Romano germánico, y en el Papado que se considera heredero de la gloria de Roma, desde Silvestre y Constantino, sobre todo tras la vuelta de Avignon. La idea de Roma de los césares está ligada a los Papas que mantienen uno de los títulos de los emperadores: Pontifex Maximus.
Con nuestro trabajo tratamos de continuar el estudio de los bienes arqueológicos de Roma tras la creación del Estado italiano y la utilización por el fascismo de los restos del pasado con intencionalidad política.
En lo que respecta a la unificación tres cuestiones serán objeto de estudio. En primer lugar, los efectos que la capitalidad de Roma produce en su urbanismo, con el aumento de la población, la aparición de super explotación urbanística de Roma, la destrucción de algunas villas como la Ludovisi y la repercusión que todo ello supuso sobre el patrimonio histórico, en general y el arqueológico en particular. En segundo lugar, la transformación simbólica de Roma. El nuevo Estado quería enfatizar la diferencia entre la Roma pontificia y la Nueva Roma, para ello busca dos vías, la primera la realización de monumentos en honor de los romanos caídos entre 1848-1870, y la de otra serie de personajes como Garibaldi o Cavour y la segunda un gran monumento a Vittorio Emanuele II que culmina con la construcción del controvertido Vittoriano que será inaugurado en 1912 con ocasión de la Mostra de 1911 con la que se pretendió dar a conocer en un jubileo laico los progresos de la nueva nación en los últimos 50 años (1861-1911) de unión. En tercer lugar, la utilización del mito de la Roma civilizadora como argumento para la guerra italo-turca, con el objeto de conquistar Libia, a la que se consideraba por algunos una misión de la Nueva Italia. El hilo conductor es el derecho histórico de Italia, sucesora de Roma, sobre los territorios que a ella pertenecieron y que estaban en manos de pueblos “atrasados”, a los que tenía el deber de civilizar. Se exaltaba la conquista por todos los medios; periódicos, medallas, postales, discursos. En el transcurso de las operaciones militares los restos de la antigüedad que aparecían ante los soldados le eran familiares, lo que acentuaba los ideales de conquista.
En cuanto al fascismo se presta especial atención al uso propagandístico de la romanidad, que estaba ya presente en el nacionalismo risorgimentale y en la conquista de Libia, como hemos visto. En este sentido baste recordar la Roma y la Italia abrazadas en el monumento de Cavour en Roma. La diferencia será la utilización por el fascismo, como una razón de ser no histórica como en el primer nacionalismo sino como una idea vertebradora como una ideología del nuevo régimen, basada en el concepto elaborado por E. Gentile quien interpreta el fascismo como una “manifestación de la sacralización de la política” sometida a rituales, liturgias, símbolos, estilo, mística fuertemente evocadores y persuasivos. Situando entre esos mitos el de Roma, en la propaganda política del Ventennio. Se analizarán y valorarán las grandes iniciativas públicas basadas en el Plano Regulatore de 1932, y en las actuaciones llevadas a cabo desde el Governatorio de Roma, sobre el patrimonio arqueológico de Roma con sus resultados y efectos. Especialmente la creación del Parco Archeologico della Via Appia o la apertura de las Vias de Impero o del Mare, la sistematización del Teatro Marcello, área de Largo Argentina, Campidoglio o las actuaciones en el Campo Marzio: Ara Pacis y Mausoleo de Augusto, sin descuidar las grandes exposiciones como la del Bimilenario de Augusto o la de los proyectos arquitectónicos cargados de romanidad como el Foro Itálico o el Anfiteatro Cuadrado del EUR o el nunca ejecutado: Palazzo Littorio, cerca del Coliseo.
También el uso de las Termas de Caracalla como espacio escénico entre otros. Fuera de Roma serán objeto de estudio: la recuperación de las naves romanas del lago Nemi y del anfiteatro de Lecce.