Paisaje temporal por Estrella de Diego
Paisaje temporal
Por Estrella de Diego
Filma un paisaje con una doble cámara giratoria y de pronto el lugar adquiere el extraño aspecto de un paisaje lunar. Pero no. Es demasiado telúrico para ser lunar, porque el montículo se faceta y los restos se agolpan; grandes y pequeños; blancos y brillantes. Al fondo, nubes. Son los mármoles que se arrancan a la montaña, puños cerrados que luego se convierten en soplos y reflejos. La belleza del espectáculo es rara, a medio camino entre Blade Runner y un extraño Piranesi plein air.
El bello paisaje es una excusa para hablar del transcurso y las capas de tiempo, esa obsesión que a menudo guía las reflexiones de Clara Montoya; un gesto que usa como lugar de las visualidades para que creamos que vemos lo que estamos viendo, aunque ver tenga siempre algo de haber visto. En esta pieza filmada en la cooperativa de Canalgrande en Carrara, ha decidido barrer el paisaje -360 grados durante el día y la noche-, compactar el tiempo: en un juego perverso en cada giro de pantalla. El tiempo se contrae: 24 horas se reducen a 56 minutos. La tierra, hoy también, gira alrededor del sol.
No es la primera vez que Montoya traslada lo infinito a escala humana, que piensa en el tiempo y el espacio como parte de proceso de proximidades ineludibles. La pieza 1924-2124 mide la distancia que cada año la luna se aleja de la tierra y para hacerla visible cada invierno, propone añadir un cilindro de 3,8 centímetros, que se suma al recorrido. Y suma el tiempo. Cuando nadie de la comunidad quede, habrá nuevos miembros que seguirán el recorrido de esos centímetros de aluminio y cobre.
Por eso ha caminado entre las metamorfosis –mármol y cobre, cobre y aluminio- y ha corrido entre Roma y tras de Roma, la ciudad que nunca se para, que exuda tiempo y trastoca el transcurso. Llegar a Roma -eterno paisaje de un Piranesi plein air que se desboca en el foro, capas de historia e intertextualidad de Blade Runner (¿por qué no?). Roma está conformada por extraños principios alquímicos y Montoya ha encontrado allí la casa que su memoria ha recocido como propia.
Le intrigan los materiales de modo que ha llegado hasta Roma –hasta ese espacio que es sobre todo tiempo- buscando algo; indagando el extraño proceso del alquimista que me recuerda a los cuadros de Strinberg, cuando el autor teatral de éxito decide que escribir no basta: hay que rebuscar entre los elementos. Lo escribe en Antibarbarus: “Plomo, mercurio y plata tienen una increible similitud entre sí. (…). ¿Quién sabe si el plomo líquido no se transforma en un instante en mercurio? ¿Y si el plomo hirviente pudiera volverse, en probeta cerrada, plata?”
En el Museo de Estocolmo se conserva la copa de vidrio que usaba Stringberg durante la década e 1890 en la fabricación de oro, “pintada” en su interior por los vestigios de ácidos y metales. Roma es para Montoya la copa alquímica que el transcurso va dibujando en una obra infinita.
Estrella de Diego Otero
Académica de Número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Ha centrado sus investigaciones en la teoría del género, los estudios culturales postcoloniales y la construcción de las identidades en la modernidad, cuestiones en torno a las cuales giran buena parte de sus numerosas publicaciones y exposiciones, focalizando su interés en el arte contemporáneo de América Latina.
Obtuvo el doctorado en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid, centro en el que ocupa actualmente la cátedra de Arte Contemporáneo. Amplió sus estudios en la Universidad de Helsinki y fue becaria Fulbright en el Institute of Fine Arts de la Universidad de Nueva York, donde más tarde desempeñó la cátedra King Juan Carlos I of Spanish Culture and Civilization.
Ha formado parte del consejo de redacción de Revista de Occidente, La Balsa de la Medusa, Arenal, Trasdós, Perspective… y del consejo asesor de prestigiosas organizaciones y museos, como el MUSAC de León, la Fundación Carolina o la Academia de España en Roma. Ha comisariado importantes exposiciones, así como los pabellones de España en la 22 Bienal de Sao Paulo y en la 49 Bienal de Venecia. Autora de numerosísimos artículos en revistas especializadas españolas y extranjeras, ha escrito libros de referencia, entre los que se encuentran: La mujer y la pintura en la España del siglo XIX (1987), El andrógino sexuado: eternos ideales, nuevas estrategias de género (1992), Tristísimo Warhol (1999), Travesías por la incertidumbre (2005), No soy yo (2011), Rincones de postales (2014) o el libro de ficción El filósofo y otros relatos sin personajes (2000).
Entre otros premios y reconocimientos, recibió en 2011 la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes por su labor como escritora e investigadora.
CLARA MONTOYA
Clara Montoya (Madrid, 1974) vive y trabaja entre Bruselas y Madrid.
Entre las becas y premios que le han sido otorgados destacan los de la Fundación Marcelino Botín, la Citè Internationale des Arts (París), The Cooper Union (Nueva York), la Real Academia de España en Roma y la Junge Akademie der Kunste (Berlín), propuesta por Mona Hatoum. Ha expuesto en instituciones como el ADK (Branderburger Tor, Berlín) y el Kunstlerhaus Bethanien (Berlín), La Fundación Antonino y Cinia (Cerezales), CDAN (Huesca)…En ferias como Liste, ALAC, MACO, ARCO, ArtCologne…Ha trabajado con las galerías Vacio9 y Marta Cervera y colaborado con Formato Cómodo y Nieves Fernandez. Sus obras se encuentran en destacados museos y colecciones: Museum of Contemporary Art of Istanbul (Turquía), The Gfzk (Alemania), Seomi & Tuus Collection (Corea del Sur), Fundación Nirox (SA), Coleção Teixeira de Freitas (Portugal); la Colección Nacional de Arte Contemporáneo, la Fundación Marcelino Botín, el CAAC (Málaga)…
Realizó estudios de BA en el Chelsea College Art y de MA en el Royal College of Art de Londres, donde recibió el galardón Thames and Hudson/RCA a la excelencia en escultura.